domingo, 29 de noviembre de 2015

EL DERECHO A LA VIDA

Por 

Martha Meier M.Q.

Las ONG, la progresía caviar y el pensamiento único de la corrección política, quieren convertir en el gran problema nacional el supuesto “derecho” al aborto. Esto en un país atenazado por la inseguridad, el narcotráfico, la desnutrición, la mala calidad educativa, la falta de acceso a los servicios básicos y a una vivienda digna, y la corrupción.
Sus sucesivas y fracasadas campañas han tenido diferentes abordajes. La más reciente utilizar la situación de mujeres que resultan embarazadas por violación. Olvidan que el problema de fondo no es el producto, sino la violación que en el Perú, por desgracia, es pocas veces denunciada. El sistema suele repeler a las víctimas de crimen tan monstruoso.
Si por algo hay que luchar es por penas drásticas contra los violadores; una protección real y eficiente, especialmente para las niñas y adolescentes en situación de riesgo (ultrajadas muchas veces en el seno de sus propias familias). Urge crear, además, un mecanismo simple y amigable para acoger las denuncias en los lugares más confiables de cada barrio: templos, colegios, boticas, clubs de madres, etc…), coordinados con las instancias pertinentes.
El Estado debe facilitar el camino para las denuncias de violación apenas ocurrida esta y garantizar que se desplegarán los esfuerzos necesarios para castigar al maldito. Eso sí es un derecho, tanto como exigir un protocolo sanitario que incluya, entre otras cosas, una dosis de la píldora del día siguiente.
Se equivocan quienes le achacan a la religión ser provida. Pier Paolo Pasolini (1922-1975) promiscuo, ateo, comunista, anticlerical y homosexual, fue antiabortista. Consideró que todos los derechos conquistados se asientan sobre el derecho a la vida. “Estoy en contra del aborto”, escribió el 19 de enero de 1975, y “estoy traumatizado por la legalización del aborto porque la considero una legalización del homicidio. La vida es sagrada: es un principio más fuerte todavía que cualquier principio de la democracia”. Y se preguntaba: “¿Se puede tranquilamente pasar por encima de un caso de conciencia personal con relación a la decisión de hacer venir o no al mundo a alguien que quiere decididamente venir?”.
La feminista, marxista, antisistema y atea catalana, Isabel Gómez califica al aborto de “violencia patriarcal ejercida por mujeres”. Debemos “tomar partido por el más débil, y en un embarazo este es el feto”.
Así las cosas los fanáticos y fanáticas son más bien quienes creen que calateándose en la vía pública y colgándose cartelitos de “violada”, olvidaremos que el derecho primordial es el de la vida.
Fuente: http://www.expreso.com.pe/opinion/guerra-martha-meier-m-q/el-derecho-a-la-vida/

El aborto no es un resarcimiento. En caso de violación no hay forma de regresar atrás. La muerte del niño por nacer tampoco hace posible tal restitución

Federico Salazar


La Comisión de Constitución rechazó el proyecto de despenalización del aborto en casos de violación, inseminación o transferencia de óvulos no consentida. Algunos congresistas insistirán en replantear el debate, y ojalá así sea. 
El proyecto rechazado proponía incluir estos casos dentro del aborto no punible. Un aborto no se penaliza cuando se trata de una elección médica extrema entre la vida de la mujer y el nacimiento.
El aborto por violación no puede ser confundido con el aborto terapéutico. Desde el punto de vista estrictamente médico, ese aborto no equivale a salvar una vida en riesgo. 
“El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”, dice la Constitución (2.1). Lo decía, también, la Carta del 79. “Al que está por nacer se le considera nacido para todo lo que le favorece” (2.1). 
Si se quiere despenalizar el aborto por violación, tendría que plantearse una reforma constitucional. Cualquier otro mecanismo chocaría, en última instancia, con este principio consagrado en varias de nuestras Cartas. 
Una violación con embarazo produce dos víctimas: la mujer violentada en su cuerpo y en su libertad y, además, el concebido en su entera dependencia y fragilidad.
El daño que produce una violación es tremendo; el efecto de un embarazo por tal causa, inimaginable. La ley debe responder por los derechos de todos. 
Son dos, en este caso, las víctimas del estupro. ¿Podemos eliminar a uno para ofrecer una suerte de reparación moral al otro? 
Lamentablemente, en el caso de la violación, es imposible restituir las cosas al estado anterior. No hay forma de regresar atrás. La muerte del niño por nacer tampoco hace posible tal restitución. 
El Estado, como respuesta inmediata, debe atender a esa mujer. Si la mujer no quiere tener al niño, no se la puede obligar a criarlo. Deben proveerse mecanismos para que lo pueda entregar a una entidad especializada que pueda asignarle un entorno material y afectivo. 
La mujer, en un caso así, tiene que pasar por la terrible experiencia de un embarazo no deseado. Su derecho a la libertad y al bienestar mental, moral y físico, lamentablemente, colisiona con el derecho a la vida de otro ser humano. 
Como el derecho a la vida es un bien superior, solo cabe pensar en un resarcimiento. Ninguno de los proyectos de ley presentados habla de este aspecto. Algunos parecen plantear el resarcimiento a través de la muerte del concebido, quien no fue causa sino consecuencia de la violación. 
Las civilizaciones que han sobrevivido y progresado son las que consagraron el valor de la vida por sobre todos los demás. No podemos decir que la propiedad es inviolable, por ejemplo, si no decimos, antes, que la vida es inviolable. 
Tenemos que encarar el terrible drama de una mujer que es embarazada por un violador. Y tenemos que encarar, también, el drama de un ser humano cuya vida no puede entregarse como resarcimiento del daño que cometió un violador. Ojalá pudiéramos debatir el tema no una sino muchas veces más.
Fuente: http://elcomercio.pe/politica/opinion/aborto-no-resarcimiento-federico-salazar-noticia-1859781

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