viernes, 17 de junio de 2011

Una vigilancia participativa

     Los resultados de las elecciones presidenciales peruanas han favorecido al candidato Señor Ollanta Humala. Hay una consistente mayoría que ha preferido su propuesta o conjunto de propuestas respecto a la de la otra candidata.
     La mayoría simple determinó el rostro del nuevo presidente peruano y del tenor de la propuesta gubernativa que se ha preferido elegir en aras a la promoción del bien común de todos los peruanos.
Ha ganado la democracia en un Estado que aún trajina para reconocerse como nación de naciones y que coquetea de periodo a periodo, entre modelos populistas de gobierno, con modelos oligárquicos que benefician a rancias familias ligadas al poder económico, militar o político; o con modelos autoritarios de estirpe caciquista que delegan al bravucón de turno, la potestad de gobernar sobre los pensamientos, decisiones e intereses de la patria. Con todo ha ganado la democracia y nos alegra.
     Hemos apostado por un sistema imperfecto pero que deja en claro las posibilidades de hablar, dialogar, proponer, discutir, polemizar, resolver, innovar y crear planes y proyectos de desarrollo para todos los peruanos.
     El voto emitido o la abstención mantenida nos compromete a todos a llegar a ser parte creativa del colectivo social que llamamos SOCIEDAD CIVIL. Bajo tal denominación nos hemos de encontrar grupos de diferente organización y extracción ideológica, religiosa y política congregados por el mismo anhelo de construir una patria decente sin corruptos ni corruptores; una patria digna en la que la aptitud calificada al trabajo mediada por una educación de calidad sea nuestra carta de presentación ante cualquier desafío laboral, empresarial o corporativo; no más las varas ni las recomendaciones sino la profesionalidad de la conducta.
     A los que nos sabemos parte de esta sociedad civil que supera la limitación de los partidos políticos y de los movimientos de intereses políticos, nos importará vigilar de cerca la gestión pública. Vigilar para controlar y recordar, cuando no exigir, que los valores de la ciudadanía anclados en la dignidad de cada peruano, no son negociables ante ningún poder que pretenda manipular, tergiversar o peor aún menoscabar la riqueza más noble del Perú: su gente!

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