sábado, 25 de octubre de 2014

Adinolfi: «Yo, cofundador del izquierdista PD italiano, pido razonar y actuar contra la ideología de género»

El conocido político de izquierda y periodista italiano Mario Adinolfi describe en Tempi.it por qué la izquierda debe oponerse a la ideología de género, la redefinición del matrimonio, el vientre de alquiler, las políticas anti vida y anti familia.

miércoles, 30 de julio de 2014

Una crítica al laicismo desde la izquierda

Terry Eagleton, catedrático de Teoría Cultural de la Universidad de Manchester, es conocido por su ideología marxista, pero ha sido también uno de los pensadores que con mayor lucidez ha destapado los prejuicios y errores del “nuevo ateísmo”. Además se ha opuesto a la frivolización de lo religioso que supone la propuesta de religión laica del filósofo francés Alain de Botton.


Si para la polémica de los Ditchkins (como denominó a la pareja más famosa del ateísmo beligerante, Christopher Hitchens y Richard Dawkins), escribió Razón, fe y revolución(2012), en su nuevo libro, Culture and the Death of God(Yale University Press), expone el fracaso de las ideologías que buscaban desterrar lo religioso.


Un error de la izquierda
Como ocurre en su último libro publicado en castellano, Dulce violencia, puede sorprender que un pensador tan comprometido con la ideología marxista realce la importancia del cristianismo y lamente que la izquierda haya ridiculizado lo religioso. Sin embargo, el interés de Eagleton por lo religioso nació antes que sus convicciones políticas y que su vocación como teórico de la literatura.


Eagleton fue educado en el catolicismo y ya durante los años sesenta colaboró con un Slant, una revista católica pero relacionada con el activismo de izquierdas, hoy desaparecida. Desde entonces, su trayectoria intelectual ha estado marcada por una peculiar visión teológica y política: su primera obra, por ejemplo, publicada en 1970, se titula Towards a New Left Theology. Con independencia de ello, Eagleton ha sido importante en el seno de la teoría literaria, pues ha criticado con dureza los postulados relativistas del posmodernismo.

“Ninguna forma simbólica en la historia
por relacionar las verdades más elevadas
con la existencia cotidiana de
incontables hombres y mujeres
ha igualado la aptitud de la religión"

Dios no tiene sustituto

En su último libro, Eagleton sostiene que tanto las invectivas de los ilustrados contra lo religioso, como los violentos agravios de Nietzsche o la atención a las funciones sociales de la religión, propia de las últimas décadas, se inscriben en una narrativa filosófica que no ha logrado encontrar alternativas mundanas ni a Dios ni al cristianismo, ni desterrar por completo el anhelo humano de lo sagrado. La razón a su juicio es sencilla: el Dios de los cristianos es insustituible.

El proyecto de una cultura secularizada y progresista, racional y positiva, que haría superflua la función de la religión y reemplazaría su utilidad moral y social, requirió la sacralización de otros conceptos. Así nacieron los ídolos de la razón, de la nación o de la ciencia. Para Eagleton, los resultados han sido engañosos, pues son un remedo falaz de la religión y no tienen la capacidad de responder, como el cristianismo, a las inquietudes existenciales del hombre.
“Ninguna forma simbólica –explica Eagleton– en la historia ha igualado la aptitud de la religión por relacionar las verdades más elevadas con la existencia cotidiana de incontables hombres y mujeres”.
Una cultura elitistaSacralizar la cultura, como plantean algunos pensadores actuales, o ciertos valores políticos, como hacen otros, no ha mostrado ser una forma eficaz de asegurar la influencia de principios morales ni de garantizar su vigencia social. Eagleton afirma, por el contrario, que la apropiación laicista de lo religioso ha fomentado la creación de una cultura elitista y antidemocrática, conformista con el neoliberalismo, y, como contrapartida, ha alimentado la deriva fundamentalista de algunas religiones.


"El laicismo ha fomentadola creación de una cultura elitista y antidemocrática, y,como contrapartida,ha alimentadola deriva fundamentalista de algunas religiones"

Después de las críticas a todas estas manifestaciones secularistas, Eagleton comienza a ejercer de teólogo para recordar la originalidad revolucionaria del mensaje cristiano, devaluado por las instituciones religiosas o degradado a código moral. En este punto, sus ideas no son novedosas: hereda los tópicos de los sesenta, mezcla confusamente la redención con la emancipación y parece orillar lo espiritual para acentuar lo político. Por decirlo de alguna manera, utiliza arsenal religioso para atacar al capitalismo, su verdadera bestia negra.
A propósito de esto, John Gray, después de detallar los aciertos de Culture and the Death of God, escribe en The New Statesman que el problema de Eagleton es que identifica lo cristiano con lo revolucionario, olvidando las diferencias políticas e históricas. Y no le falta razón: es verdad que la concepción de Eagleton está lastrada por un léxico obsoleto y que ensaya una anticuada interpretación revolucionaria de la escatología. Sin embargo, estas consideraciones polémicas y desacertadas no deberían oscurecer la valiosa denuncia que hace de cierto secularismo demasiado condescendiente con lo religioso.

domingo, 13 de julio de 2014

Unión civil: ¿igualdad o acción afirmativa?

Por Adriana Tudela
Graduada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima y Directora Editorial de Altavoz.

Quienes consideran que el marco legal aplicable a la institución del matrimonio debe ser extendido a parejas homosexuales a través del proyecto de unión civil fundan su posición en la generalidad de la ley y la igualdad ante ella. En tal sentido, el matrimonio sería discriminatorio y arbitrario al no ser aplicable a parejas del mismo sexo.
Sin embargo, una interpretación falaz de dichos principios nos podría llevar a afirmar, por ejemplo, que la Ley General de Sociedades discrimina al no ser aplicable el régimen legal de las sociedades anónimas a personas naturales. O que las normas que regulan a las PYME no son verdaderamente generales porque sólo son aplicables a este tipo de empresa.
Una ley es general cuando los supuestos (hechos y situaciones) que regula están previstos de manera general: para todos y no para algunos. La igualdad, por otro lado, implica que la ley vale para todos los que encajan en dichos supuestos sin diferenciarlos en base a consideraciones particulares.
Entender el real significado de ambos principios evidencia que el hecho de que una norma sea general no quiere decir que no pueda regular supuestos específicos. Puede hacerlo, pero no a favor o en contra de personas o grupos concretos, es decir, respetando la igualdad ante la ley.
Cualquier grupo de personas que desee formar una sociedad y acogerse al régimen PYME puede hacerlo si cumple con los requisitos, sin importar el sexo, raza o religión de sus miembros. Que una multinacional no pueda hacerlo no implica que la ley sea discriminatoria.
Ahora, ¿es limitar el matrimonio a hombre y mujer una distinción discriminadora y arbitraria? Muchos consideran que sí al no haber ninguna diferencia entre el amor que existe entre sexos opuestos y el que existe entre sexos iguales.
No obstante, lo que motiva la protección legal de la relación matrimonial es la potencialidad de que de ésta surja una nueva vida y no únicamente que exista una relación afectiva (¿Por qué otro motivo, si no, se impide el matrimonio entre hermanos y de personas con enfermedades peligrosas hereditarias?). La complementariedad sexual es esencial a la institución y que existan casos excepcionales de matrimonios sin hijos no significa que ese no sea el supuesto de la misma ni que la finalidad del Derecho de Familia no sea la protección de la prole.
La naturaleza de la relación sexual entre personas del mismo sexo es, por lo tanto, distinta a la matrimonial. Es por ello que no sería exacto decir que son segregados por la institución. Que la ley contemple situaciones distintas de manera distinta, no la convierte en discriminatoria. Por ello, por ejemplo, la relación entre amigos no es protegida y los menores de 16 no pueden casarse sin ser por ello discriminados.
Ahora bien, no puede ignorarse que la legislación vigente pone impedimentos a la disposición del patrimonio que generan que las parejas del mismo sexo no puedan, en algunos casos, heredar entre sí como lo haría un cónyuge ni formar patrimonio común. Es para resolver este problema que se plantea la unión civil.
Sin embargo, llama la atención que la iniciativa únicamente busque proteger a la minoría LGTB cuando no son los únicos excluidos –amigos, hermanos, abuelos y nietos, tíos y sobrinos, polígamos, entre otros, también pueden tener relaciones afectivas (y no necesariamente sexuales) pero no casarse- ni los únicos que se ven limitados por las leyes hereditarias.
La unión civil liberaría de estos impedimentos, a pesar de presuntamente fundarse en la igualdad ante la ley, exclusivamente a un grupo de personas cuya única particularidad es que sienten atracción sexual por su mismo sexo.
¿Por qué se dice que la ley discrimina a los homosexuales, pero no se dice lo mismo sobre relaciones filiales, polígamas, fraternales o amicales? ¿Qué motiva la creación de una prerrogativa únicamente para la minoría LGTB?
En lugar de una manifestación de nuestros derechos constitucionales, la unión civil es una política de acción afirmativa o discriminación positiva. Ésta consiste en dar a un grupo históricamente segregado un trato diferenciado con el objetivo de lograr ‘igualdad’.
Este tipo de política es por naturaleza, y como su nombre lo indica, discriminadora. De lo contrario la unión civil buscaría –y debería- ser aplicable no sólo a personas que mantienen relaciones homosexuales, sino a todas aquellas que deseen hacer vida en común o compartir patrimonio sin casarse.
Esta iniciativa legislativa, entonces, no es fiel a los principios de generalidad e igualdad al ser una ley sólo para algunos (la comunidad LGTB) que excluye a un universo de gente, que también debería poder beneficiarse con la misma, sólo en base a una consideración particular: su orientación sexual.

Fuente: http://altavoz.pe/2014/05/02/opinion/union-civil-igualdad-o-accion-afirmativa/

miércoles, 14 de mayo de 2014

Perú: debate sobre la unión civil entre personas del mismo sexo

 por Gloria HUARCAYA | 13 MAYO 2014

Lima. En las últimas semanas los medios de comunicación peruanos han cubierto con especial interés la polémica sobre el establecimiento de las uniones civiles entre personas del mismo sexo, que próximamente se debatirá en el pleno del Congreso. Pero el debate público ha estado teñido de descalificativos y prejuicios.

A pesar de que más del 60% de los peruanos rechazan esta iniciativa (según una encuestadora nacional), la presión mediática es muy intensa, y más de 60 líderes de opinión, encabezados por el Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, han suscrito un comunicado a favor de la “igualdad”.

Cuando Carlos Bruce, congresista autor de la propuesta, declaró con que esta ley se reconocería a las parejas del mismo sexo como familia, la Conferencia Episcopal se opuso, considerando que esto “distorsiona la verdad y la identidad de la familia”.

La discusión racional se ha estancado, pues los defensores de la propuesta la justifican en nombre de un Estado laico, y descartan cualquier argumento que apele a lo “natural” de la sexualidad humana como si fuera una postura religiosa, que rechazan y atacan de manera sistemática.

Sorprende que en medio de esta tensión mediática, pocos juristas de renombre defiendan la inconstitucionalidad de la propuesta. Está por verse finalmente si los congresistas y los políticos (el Gobierno aún no se pronuncia) se alinearán ante el placebo de “lo políticamente correcto”, tal como ha sucedido recientemente en otros países de la región.

¿Por qué no?
El Instituto de Ciencias para la Familia convocó a un conversatorio a tres docentes de la Universidad de Piura (César Chinguel, Rosario de la Fuente, Claudia Morán), para dar respuesta a una pregunta tan urgente como popular: ¿Por qué no? Y esto es lo que respondieron.

Al Derecho no le interesa regular afectos. El matrimonio y la familia son realidades naturales que cumplen funciones sociales, por eso gozan de protección jurídica. El Derecho no tiene como finalidad regular afectos o deseos subjetivos. De hecho, cuando dos personas contraen matrimonio no se les pregunta sobre su amor, sino sobre su compromiso libre y voluntario, y si se reafirman en su decisión, luego de conocer sus obligaciones y derechos conyugales.

Lo que pide la Constitución. La Constitución del Perú declara en su artículo 4° que la comunidad y el Estado “protegen a la familia y promueven el matrimonio”; y el artículo 5° reconoce la unión de hecho como “la unión estable entre varón y mujer, libres de impedimento matrimonial”. Por tanto, reconocer las uniones del mismo sexo queda al margen de lo constitucional, esencialmente porque pertenecer al mismo sexo es un impedimento natural para contraer matrimonio.

Es un matrimonio encubierto. A pesar de haberse promocionado como una figura “no matrimonial”, al analizar concienzudamente la ley se descubre una multitud de efectos similares al matrimonio: la elección del régimen patrimonial (separación de bienes o sociedad de gananciales), cambio de estado civil, declaración en el registro civil, impedimentos para constituir, causas de disolución, etc. Incluso deja abierta la posibilidad de regular la tenencia de los hijos en caso de disolución; lo que sugiere, que un paso siguiente sería aprobar la adopción de niños o recurrir a técnicas de reproducción asistida.

Más beneficios que el matrimonio. Los derechos y beneficios que dos “compañeros civiles” obtendrían son mayores a los derechos de los que disponen los esposos y convivientes (heterosexuales). A diferencia de los convivientes, los compañeros civiles podrían elegir el régimen patrimonial. Y en contraste con los esposos, quedarían exonerados de todo deber. Todos los cónyuges tienen obligaciones comunes (cohabitación, sostener y educar a la prole, fidelidad y asistencia, igualdad en el hogar); a los “compañeros civiles” se les exonera hasta de ser fieles; y además se les otorga mayor libertad para celebrar contratos.

Afecta al modo de concebir el matrimonio y la familia. Negar que esta figura jurídica afectará al matrimonio y la familia significa desconocer la naturaleza esencial de estas instituciones, y desde un relativismo absoluto no se puede dialogar. Los miembros de una familia son una comunidad que comparten un vínculo. Pero la naturaleza de este vínculo no depende de la intención subjetiva de sus miembros. Tiene además un carácter exclusivo y fecundo que se expresa en la procreación de nuevas vidas, o en la potencia de engendrarlas. Las personas homosexuales son incapaces de engendrar, incapaces de conyugarse, al no existir una diversidad sexual. 

Hay otras formas de compartir el patrimonio. Si la intención es salvaguardar el patrimonio común de la pareja, existen diversas formas de celebrar contratos privados. También podrían buscarse nuevas alternativas como aumentar el porcentaje de la libre disponibilidad en el caso de la herencia. Para tal fin bastaría modificar el Código Civil.

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Puede leer este artículo on line aquí: http://www.aceprensa.com/articles/peru-debate-sobre-la-union-civil-entre-personas-del-mismo-sexo/

domingo, 20 de abril de 2014

Ideología de género y escuela: polémicas en Italia y Francia

Como cualquier ideología que intenta abrirse paso en la sociedad, la ideología de género busca estar presente en la escuela. Esta pretensión ha despertado reacciones de las familias, que han dado lugar últimamente a protestas en Italia y Francia.

En Italia la Oficina Nacional Antidiscriminación Racial empezó a distribuir unos folletos contra la “homofobia” preparados de acuerdo con asociaciones gays
Italia: diversidad con mensaje único

En Italia el motivo desencadenante han sido unos folletos sobre “Educar en la diversidad en la escuela”, encargados por la Oficina Nacional Anti-discriminación Racial (UNAR) y que empezaron a ser distribuidos en algunos centros públicos. Los tres folletos, para distintos niveles de enseñanza, habían sido encargados al Instituto Beck y eran apoyados por asociaciones del mundo LGTB. El encargo, que ha costado diez millones de euros al contribuyente, partía de la época del gobierno Monti, no del actual de Matteo Renzi.


El objetivo declarado era que los profesores los utilizaran dentro de una campaña para prevenir y combatir la homofobia y promoverla diversidad. Pero el mensaje era único: se nace homosexual como se nace heterosexual, y tan normal es lo uno como lo otro. Los profesores deberían evitar analogías que dieran la impresión de que la heterosexualidad es la orientación normal y que den por supuesto que un niño de mayor se enamorará de una mujer. Hasta la formulación de problemas de matemáticas deben dejar claro que puede haber diversos tipos de familias, y no solo la de papá y mamá.

En cuanto a la orientación sexual, lo único que no es normal es que “existan individuos atraídos por personas del mismo sexo que no tengan un comportamiento homosexual”. Quien tenga sentimientos de culpa por esta orientación, es señal de una “homofobia interiorizada”.

Los folletos hacen un “retrato del individuo homófobo” como alguien de “edad avanzada”, de “ideología conservadora” y afectado de un “alto grado de religiosidad”. El didactismo va desde recomendar series de TV que reflejan una apertura a las nuevas familias, como Modern Family, hasta documentales y películas que ponen en contacto con los sentimientos de personas gays y lesbianas que “se han encontrado con la homofobia en sus propias familias”.
Cuentos infantiles con personajes gays, problemas de aritmética con parejas del mismo sexo, nada de hablar de papá y mamá, narrativa y films trangenders, daban el tono de los folletos.
Ante las protestas de padres, el Ministerio de Educación ha comunicado que los folletos no se distribuirán

Protestas de asociaciones de padres

Diversos artículos periodísticos dieron a conocer estos folletos y despertaron las protestas de asociaciones de padres, que rechazaban este adoctrinamiento de sus hijos sin su permiso. De ahí pasó a convertirse en un caso político, molesto para el gobierno de Renzi, que tiene otras reformas prioritarias para las que busca un amplio apoyo.


Cincuenta diputados de distintos partidos han presentado una propuesta de ley en la que se pide que para actividades extracurriculares que se refieran a temas ligados con la educación de la afectividad y de la sexualidad, se informe a los padres, que darán su consentimiento por escrito.

Los que critican los folletos se oponen también a toda discriminación contra los homosexuales, pero –como explica el diputado Alessandro Pagano– aquí se trata de algo distinto: “quieren reeducar a nuestros jóvenes para meterles la idea de que no existen hombre y mujer, padre y madre”.

Pagano dice que han preguntado al gobierno por qué el UNAR, sin ser autorizado por el Ministerio de Educación, entra en las escuelas promoviendo la ideología de género, a espaldas de los padres.
El Instituto Beck, autor de los folletos, se ha defendido diciendo que no pretenden difundir una “teoria gender”, sino prevenirla homofobia. Aseguraque sus tesis se amparan en el “consenso científico” y que no son ideológicas. Pero sus prejuicios antirreligiosos quedan patentes al afirmar que “el impacto negativo sobre la salud mental del conflicto entre homosexualidad y religión ha sido ampliamente demostrado”.

Finalmente, el Ministerio de educación ha comunicado que los folletos no van a ser distribuidos en las escuelas. Se ha explicado que la distribución no se había acordado con el Ministerio sino con las asociaciones LGTB. Lo cual da también una idea de que estas están utilizando a la UNAR para sus propios fines. Se comprende, pues, que en una nota conjunta las diversas asociaciones de este tipo hayan protestado contra este “acto de censura”. Como suele ser habitual en estos casos, lo atribuyen a la larga mano de los obispos.

En Francia el gobierno niega que se esté introduciendo en la escuela “una pretendida teoría de género”
Malestar y sospechas en Francia

Francia también está experimentando una polémica sobre la ideología de género y la escuela, como resaca de la resistencia a la que dio lugar la aprobación del matrimonio gay el pasado año. La Manif por tous, que aglutinó las masivas protestas, sigue vigilante.

El debate se ha centrado desde enero sobre el programa “ABCD de la igualdad”, que se presenta en la escuela pública como un medio para combatir las desigualdades entre chicos y chicas. Pero una cosa es luchar contra las desigualdades, algo que nadie discute, y otra crear confusión sobre la identidad masculina y femenina, que es lo que otros detectan en esta campaña.

Un caso en el que se ha centrado la polémica es el film Tomboy (2011), de Céline Sciamma, que forma parte del programa “Escuela y cine”, para ser proyectado a alumnos de primaria. Es la historia de Laura, una niña de 10 años a la que le gustaría ser chico; al cambiarse de barrio en el verano se presenta como Michael, un chico como los otros, pero suficientemente diferente como para atraer la atención de Lisa, que se enamora de él…

La película podría ser una historia más de las inseguridades de la adolescencia, pero los ánimos están caldeados y la ambigüedad se interpreta como un intento de manipular a los escolares. La polémica y la movilización de padres han hecho que el film se convierta en una patata caliente y que bastantes escuelas anulen la proyección.

La enseñanza católica, con 8.300 colegios que acogen a 2 millones de alumnos, quiere mantenerse al margen dela polémica. El secretario general, Pascal Balmand, en una circular interna recordaba a los directores: “Los padres son los primeros educadores de sus hijos. (…) La defensa de la igualdad dignidad de toda persona humana y el respeto de la alteridad llevan a rechazar todo recurso ideológico a una teoría de género (…) La responsabilidad de lo que es transmitido a los niños corresponde a los profesores, bajo la autoridad del director del centro”.

Por su parte, las autoridades educativas niegan que se intente adoctrinar a los niños. A finales de enero el entonces ministro de Educación, Vincent Pellón, escribió una carta a los directores de escuelas a fin de desmentir el “rumor” de que se esté introduciendo en la escuela “una pretendida teoría de género”, que no sería más que un “fantasma”.

Tras la debacle socialista de las elecciones locales, cabe pensar que el nuevo gobierno de Manuel Valls se centrará en los temas económicos sin provocar polémicas adicionales que no aportan votos, como se ha visto con el matrimonio gay.

sábado, 19 de abril de 2014

John Perry, profesor de Ética teológica: «El utilitarismo y el laicismo entorpecen los debates públicos»

La opinión pública plantea continuamente controversias sobre cuestiones éticas. No es fácil ponerse de acuerdo, pues los dilemas son difíciles y las posturas variadas. Por eso, pueden resultar atractivas las soluciones más cómodas como el utilitarismo o el laicismo. Análisis Digital habla de este problema con John Perry, profesor de Ética teológica en la Universidad de St. Andrews, en Escocia.

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(Análisis Digital) Doctor en Teología por la Universidad de Notre Dame, el profesor Perry está familiarizado tanto con la ética cristiana clásica como con la filosofía política contemporánea. Tiene a gala haber enseñado en el Christ Church, uno de los colleges de la Universidad de Oxford donde también enseñaron John Locke y John Rawls. Una de sus líneas de investigación es buscar puntos de acuerdo entre el pensamiento cristiano, el liberalismo político y el enfoque utilitarista.

Bueno o malo, según quién lo haga

La ética clásica se interesaba por el arte de vivir bien. Pero algunos pensadores actuales sostienen que la pregunta por el bien es una fuente de desacuerdos en los debates públicos. Por eso, prefieren centrarse en las condiciones que hacen posible el pluralismo. ¿No le parece que este enfoque empobrece los debates éticos?
—Sí, los empobrece. Ahora bien, la intuición de evitar «las grandes ideas» sobre la vida buena no es desacertada del todo. Esta intuición surgió en el siglo XVII, cuando los desacuerdos sobre cuestiones religiosas dieron paso a enfrentamientos crueles. En este contexto, podemos comprender por qué hubo gente que vio necesario dejar a un lado las discusiones demasiado sensibles.
Así que la intuición de que la legalidad es más estrecha que la ética es una buena intuición. El problema es pensar que porque algo no está prohibido por la ley entonces es éticamente correcto. Debemos mantener la idea de que la ética trata sobre la vida buena, sin necesidad de pensar que toda la ética debe estar exigida por la ley.
Algunos estudios recientes realizados por psicólogos morales muestran que, cuando se pregunta a la gente qué piensa sobre determinadas acciones inmorales realizadas por extraños, suelen contestar: «Esos extraños son muy libres de hacer lo que quieran, siempre que no causen un daño directo a un tercero». Pero no responden lo mismo si quienes llevan a cabo esas acciones son sus amigos o sus familiares. Y eso es porque esperan que sus amigos y sus familiares no solo eviten el daño a terceros sino también que busquen la vida buena.
Esto muestra que no hemos perdido el concepto de vida buena. Lo que no tenemos claro es cómo aplicarlo a los extraños en una sociedad pluralista.

Para llegar a un acuerdo, excluir a los discrepantes

Paradójicamente, en la búsqueda de un espacio público neutral y abierto a todos, los creyentes suelen salir malparados. Una forma de excluirlos del debate es decir que sus creencias pueden ser muy válidas para ellos pero no para el conjunto de la sociedad. ¿Qué le parece este argumento?
—Todas las creencias tienen un punto de partida. Los cristianos probablemente empezarán con la Biblia; los musulmanes, con el Corán; los utilitaristas, con la creencia de que lo mejor es promover la mayor felicidad para el mayor número posible de gente; los liberales clásicos, con la defensa del derecho a organizar mi vida sin interferencias de nadie…
En este sentido, todas las perspectivas son iguales: todas tienen un punto de partida que los de fuera no comparten. Por eso, no tiene sentido excluir del debate público una creencia o una ideología solo porque tiene un punto de partida particular… ¡Porque entonces habría que excluir a todas las creencias!
Tampoco deberíamos excluir aquellas ideas que son impopulares. Porque ahora defendemos toda clase de ideas que en el pasado eran impopulares, como la prohibición del trabajo infantil o el voto femenino.
Cuando algunos dicen que las creencias religiosas solo valen para los creyentes y no para la sociedad entera, deberían ser más precisos. Ciertamente, algunas creencias religiosas solo tienen sentido para los fieles de un determinado credo. Por ejemplo: no se puede exigir a todos los ciudadanos que cumplan los preceptos judíos o musulmanes sobre los alimentos ni el bautismo cristiano. Pero no todas las creencias religiosas son así. Lo importante es que cada cual sea capaz de dar razones de sus convicciones morales.

Utilitarismo: cómodo, rápido… e insuficiente

Una forma de evitar los debates de fondo es recurrir al utilitarismo, para el que lo único que cuenta son las soluciones que producen la mayor utilidad para el mayor número. ¿Qué inconvenientes plantea este enfoque en la ética médica?
—Por sorprendente que parezca, creo que los cristianos y los utilitaristas a veces pueden ser aliados. Yo, por ejemplo, coincido con el utilitarismo en que la ética tiene que preocuparse por conseguir una vida de realización, bienestar o felicidad. ¡Y esto ya es un importante punto de acuerdo! Pero el utilitarismo se equivoca en la forma de entender qué es el bienestar o la felicidad. Para el utilitarismo, la felicidad es subjetiva y monista.
Es subjetiva porque afirma que la felicidad depende de la perspectiva de cada cual. Tú eres feliz cuando plantas un jardín, mientras que yo soy feliz mientras veo videos de animales sacrificados. El utilitarismo defiende que todas las formas de felicidad son igualmente válidas.
Y es monista porque solo contempla un tipo de felicidad. De modo que todas las experiencias de felicidad pueden ser comparadas, al igual que los precios de los coches. Montar en bicicleta me produce un dólar de felicidad; leer un libro, dos dólares de felicidad, por lo que al final tengo tres dólares de felicidad. Pero la felicidad no se puede comparar como si fueran dólares. La felicidad que me produce la amistad con una persona es distinta de la felicidad que experimento al visitar un museo. El utilitarismo puede ser cómodo para hacer elecciones –si fueran verdaderas–, pero no es convincente.
Esta aparente comodidad explica por qué el utilitarismo se está haciendo tan popular en la ética médica. Satisface a los políticos que quieren elegir fácilmente la opción que sea capaz de ahorrar más dinero, como si estuvieran comprando un coche. ¿Cuál es el más barato? ¿Cuál tiene el carburante más eficiente? Es atractivo porque aparentemente hace innecesarios el buen juicio, la sabiduría y la prudencia.

No hay derechos sin responsabilidades

En debates éticos, como el del aborto, hay quien piensa que la mejor solución es la que no coarta la autonomía individual. Como profesor de ética en Oxford y Notre Dame, ¿qué experiencia tiene al hablar de este tema con sus alumnos?
—Lo que he descubierto enseñando a estudiantes jóvenes es que tienen unas prioridades distintas a las de sus padres. Esto se ve claramente en el debate sobre el aborto. Algunos de mis alumnos nacidos en los años ochenta o antes pueden inclinarse a decir: «Si el aborto es ilegal, entonces el gobierno me está obligando a tener un hijo. Y nadie debería obligarme a eso». Pero mis estudiantes nacidos a mediados de los noventa raramente dirán esto, porque tienden a pensar que cuando alguien se queda embarazada, generalmente tiene que asumir las consecuencias (aunque admiten excepciones como la violación).
Esto no significa que, por definición, los más jóvenes sean más contrarios al aborto. Pero sí revela un cambio de planteamiento, pues entienden que los derechos están relacionados con la responsabilidad. No sé por qué se ha producido este cambio en una generación. Pero me parece un desarrollo fascinante, al que los sociólogos deberían prestar atención.
Estudiar cambios generacionales como este ayuda a esclarecer los debates éticos, porque nos recuerda que lo que muchas veces consideramos «valores universales» no siempre lo son. A menudo, damos por sentadas una serie de ideas quizá porque nacimos en una generación o un país determinados. Abrirnos a esas diferencias puede ayudarnos a percibir qué valores pertenecen realmente a una generación o a un país, y cuáles no.

Publicado en Análisis Digital

miércoles, 16 de abril de 2014

La confusión de géneros por MONIQUE BAUJARD

Los estudios de género existen desde hace cuarenta años. Pero en los últimos tiempos la distinción entre sexo y género se ha instrumentalizado para hacer propuestas legales y educativas que entran más bien en el marco de la ideología. De ahí la polémica que suscita en diversos países. Para distinguir entre las diversos enfoques que hoy se encuentran en ese cajón de sastre de los estudios de género, puede ser clarificadora una nota de Monique Baujard, directora del servicio nacional Familia y Sociedad de la Conferencia Episcopal francesa. Ofrecemos un resumen.



Hay que distinguir los gender studies y la llamada gender theory, que de hecho es una ideología, la gender ideology. Los gender studies son estudios, a menudo sociológicos, que examinan los roles sociales de los hombres y de las mujeres, en particular bajo el ángulo de las desigualdades y de las relaciones de poder, en lo que se refiere a la sanidad, la renta, la carrera profesional, la vida social. (…).
Es verdad que lo que se llama “la identidad sexual”, es decir, el hecho de sentirse hombre o mujer, no depende solo del sexo anatómico sino también del psiquismo, es decir, de la historia, de la educación, de las relaciones. Ya en los años 1920, Edith Stein formalizó la diferencia entre el hecho de tener un cuerpo de mujer y el hecho de sentirse mujer, o de actuar del modo en el que una sociedad concibe el rol femenino.
Es verdad también que ciertas características consideradas como “naturales” o dictadas por la naturaleza son de origen cultural. (…).
La distinción entre sexo y género recuerda que la educación, es decir, la cultura, ayuda a construir la dimensión sexuada, que no es solo biológica sino también histórica, humana, educativa, personal. Pero cuando se pasa de la distinción a la disociación, se entra en la ideología. Si es impropio hablar de teoría de género, se puede hablar de ideología. La ideología de género existe; la “teoría”, no. (…).
Lucha contra las discriminaciones
El término gender es utilizado, en el mundo anglosajón, en los años 1970-1990 en el marco de la tercera ola de feminismo que denuncia las violencias cometidas contra la mujer (violación, prostitución, pornografía) y lucha por la igualdad y el respeto de las mujeres. Este movimiento rechaza la dominación masculina, pero sin rechazar la distinción de sexos. Los gender studies se convierten en un instrumento de análisis de los roles sociales, un instrumento de descripción de las desigualdades entre hombres y mujeres.
Cuando se pasa de la distinción entre sexo y género a la disociación, 
se entra en la ideología
Las minorías homosexuales expresan a su vez los sufrimientos provocados por ciertos prejuicios. Se puede distinguir el término homosexual, que caracteriza un deseo políticamente neutro en sí mismo, y el término gay, término de origen militante. La corriente gay se estructura políticamente y reclama también el derecho a la igualdad en diversos campos, incluido el de la filiación. El gender se convierte en un instrumento de lucha contra la norma heterosexual dominante.
En este contexto político de reivindicación de derechos individuales, los activismos diversos prosperan, muchos afirman la primacía de la libertad sobre todo otro criterio: “free individual choice” es la consigna. Así, la libre elección individual debe primar sobre toda consideración de continuidad en el crecimiento de lo vivo o sobre toda característica de género: tanto el aborto como la maternidad se consideran como algo que pertenece a la exclusiva decisión de la mujer.
Una construcción maleable
Después, con la radicalización de ciertos intelectuales, en los años 90 aparecen reivindicaciones queer inspiradas en prácticas transgender. El género es disociado por completo del sexo anatómico. La filósofa norteamericana Judith Butler escribe que la identidad de género es algo enteramente construido, elegido, definido en relación con un grupo social. Es una construcción maleable: “El género depende de la manera en que nos percibimos y creemos pensar y actuar como mujeres y hombres, en virtud de la estructura social y no de nuestras diferencias biológicas”.
Se trata entonces de trastocar el género, es decir, de rechazar las identidades de género: “La misma categoría de sexo desaparece, se evapora, si la hegemonía heterosexual es perturbada y echada abajo”. El constructivismo encarnado en el pensamiento queer niega la diferencia sexual y promueve la diferencia de las sexualidades. El gender se convierte en un instrumento de valorización de prácticas sexuales plurales y cambiantes.
Las corrientes más militantes abordan las cuestiones únicamente, o principalmente, bajo el prisma político, es decir, de relación de fuerzas. Las consideran bajo el ángulo colectivo. Discípula de Michel Foucault, Judith Butler puede escribir: “El género es una relación de poder, y no un atributo individual”. Todo es relación de fuerzas. Ciertos discursos delgender se convierten sobre todo en estratégicos. Tienen como fin desplazar una línea del frente, no buscar la verdad.
El concepto de género, hoy
Hoy, el concepto género, heredero de esta historia, es un “cajón de sastre”, utilizado con fines diversos, que hay que detectar, y hace emerger cuestiones de fondo.
El documento explica que puede servir para el análisis de los roles sociales, o como instrumento de lucha contra las desigualdades, o puede incluso promover una deconstrucción radical, como escribe Judith Butler: “En consecuencia, hombre y masculino podrían designar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino podrían designar tanto un cuerpo masculino como uno femenino”.
El afán de autonomía ha podido llevar a un discurso muy radical, que olvida que el hombre no se crea a sí mismo, sino que ha recibido su vida
Esta diversidad de usos invita a matizar. No todo es aceptable, no todo es criticable. En el fondo, el uso de categorías de género presenta dos dificultades:
En primer lugar, la dificultad del concepto de naturaleza. Un fondo de pensamiento existencialista, hoy muy presente, opone “naturaleza” y “cultura”, olvidando el dinamismo del concepto de naturaleza bien entendido. Por ejemplo, la fórmula de Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”, es a veces interpretada como oposición entre devenir y nacimiento, mientras que entre uno y otro hay continuidad, anclaje, enraizamiento, en la aventura de toda vida. La opción dominante hoy es una libertad al margen de la naturaleza, sin nacimiento. Entonces, si se quiere escapar a los esquemas binarios, de tipo naturaleza o cultura, ley de naturaleza fija o constructivismo, ¿cómo emplear hoy día el concepto de naturaleza?
En segundo lugar, el conflicto entre reconocimiento de la diferencia y demanda de igualdad. Este conflicto no es exclusivo de la modernidad, pero adquiere en ella un relieve particular. Para algunos, toda diferencia es origen de desigualdad, hasta el punto que se confunde diferencia y desigualdad. (…) ¿Cómo reconocer el valor moderno de la igualdad respetando las diferencias? (…).
La antropología cristiana ofrece recursos para guiar la reflexión y emprender el diálogo sobre esta cuestión.
El discernimiento por la antropología cristiana
El documento ofrece primero argumentos de tipo filosófico.
  • El anclaje corporal en el que vivimos. (…) Sensaciones, emociones vienen en gran parte del cuerpo y no las vivimos de la misma manera según tengamos un cuerpo masculino o femenino. El sentido común y una fina fenomenología pueden indicarlo. Aunque el cuerpo no es el único factor que interviene en la identidad sexual, sin embargo ¡no es un factor desdeñable!.
  • El vínculo entre sexualidad y fecundidad no es solo cultural. Que la segunda sea la prolongación de la primera es algo que no solo sigue siendo vivido así por la mayoría de nuestros contemporáneos, sino que encuentra su sentido en el hecho de que para que nazca un ser humano hace falta la unión entre dos cuerpos, no solo entre dos gametos, sino entre dos personas. El hijo es recibido como un don en la doble donación mutua.
  • La diferencia sexual nos atraviesa por completoNo somos hombre o mujer solo por nuestro cuerpo, nuestro organismo, nuestras facultades reproductivas. Lo somos con todo nuestro ser. Masculino y femenino caracterizan también una manera de ser, de entrar en relación, de sentir; son dos estilos.
Carne conductora de lo divino
  • El cuerpo es el lugar primero de la creación, es decir, de la acción del Creador. Así aparece en el Génesis: “Yahvé Dios insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gen 2,7). La idea bíblica del hombre no es la de un alma encarnada, sino de la de un cuerpo animado. Afirmación, pues, de una unidad innata entre el cuerpo y el espíritu, al menos en cuanto al origen y a la vocación.
  • La encarnación como principio de comprensión de lo humano. “Encarnándose, Dios ha mostrado que la carne era buena conductora de lo divino” (Louis Évely). Demasiado a menudo, esta palabra se toma directamente en su sentido cristológico. Ese sentido es evidentemente importante, pero tiene en primer lugar un sentido antropológico: el de la profunda unidad entre carne y espíritu, no como descenso sino comoexpresión a través de todo el ser de la dimensión espiritual y personal. (…).
La vida sensible tiene su lógica, que depende en parte, pero no solo, de los procesos biológicos. La vida espiritual tiene la suya, que proviene sobre todo de la escucha de la Escritura, de la fe, de la oración, del amor. Una y otra no se confunden. Pero coinciden en la procreación y están llamadas a unirse, a establecer alianza, como lo refleja la esperanza en la resurrección de la carne.
Respeto a cada persona
El concepto de género se inscribe en un movimiento general de la historia marcado por una viva conciencia del respeto a cada persona. Pero el afán de autonomía ha podido llevar a un discurso muy radical, que olvida que el hombre no se crea a sí mismo, que no es un self-made man, fruto de un proyecto solo del deseo, sino que ha recibido su vida.
Los enfoques extremistas, que atraen la atención mediática, pueden asustar, pero no son toda la problemática del género. La ambigüedad del concepto obliga a un doble discernimiento para no caer en los excesos militantes: de una parte, tener en cuenta el marco en el que se emplea el término género; de otra, distinguir las proposiciones aceptables y las que no lo son. Este discernimiento debe ir acompañado de propuestas concretas a favor del respeto de las personas, de las más vulnerables en particular (…).
La problemática del género estimula en particular a pensar la relación entre hombres y mujeres. El Papa Francisco ha escrito a este propósito que “las reivindicaciones de los derechos legítimos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que hombres y mujeres tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia cuestiones profundas que son un reto y que no se pueden eludir de modo superficial”.

Fuente original: ACEPRENSA http://www.aceprensa.com/articles/id/21597/

martes, 15 de abril de 2014

"Soy francesa, soy homosexual, la mayoría de los homosexuales no queremos el matrimonio ni la adopción"

Nathalie de Williencourt es una de las fundadoras de Homovox una de las mayores asociaciones gays en Francia.
REDACCIÓN HO / ACI.- A diferencia de lo que afirman los medios seculares, considera que la mayoría de homosexuales, incluida ella misma, no quieren ni el matrimonio ni la adopción de niños por lo que están en desacuerdo con el proyecto de ley del presidente François Hollande. En una entrevista concedida el 11 de enero al sitio web italiano Tempi.itNathalie señaló que "la pareja homosexual es diferente a la heterosexual por un simple detalle: no podemos dar origen a la vida".
"Los niños estarían sin un padre y una madre por segunda vez"
Williencourt afirmó con claridad: "soy francesa, soy homosexual, la mayoría de los homosexuales no queremos ni el matrimonio, ni la adopción de los niños, sobre todo no queremos ser tratados del mismo modo que los heterosexuales porque somos diferentes, no queremos igualdad, pero si justicia".
La líder gay señaló luego que "creemos que los niños tienen derecho a tener un padre y una madre, posiblemente biológicos, que posiblemente se amen. Un niño que nace del fruto del amor de su padre y de su madre tiene el derecho a saberlo. Si las parejas homosexuales adoptan niños que ya están privados de sus padres biológicos, entonces (los niños) estarían sin un padre y sin una madre por segunda vez".
"Muchos países no permitirán más adopciones"
"Las parejas heterosexuales están esperando años para poder adoptar a un niño, y se corre el riesgo que muchos países no permitan más adopciones a Francia si esta ley se aprueba, ya que países como China y otros de Asia cuentan con procedimientos de tal manera que las parejas del mismo sexo están excluidas".
"Los niños necesitan la imagen más natural"
"La paz se construye en la familia y para tener paz en la familia es necesario dar a los niños la imagen más natural y más seguridad infunde para crecer y llegar a ser grande. Es decir, la composición clásica de hombre y mujer".
Williencourt denunció luego que "en Francia se nos censura (Homovox.com). Se escucha siempre el lobby de los activistas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) que siempre hablan en los medios, pero la mayor parte de los homosexuales están molestos por el hecho que esta organización hace lobby en nuestro nombre. No hemos votado por ellos para que nos representen".
"No es la igualdad lo que es importante, sino la justicia"
Nathalie explicó que los miembros del lobby gay ya tienen una herida en relación con su homosexualidad "porque no la aceptan, reivindican ser como los heterosexuales. En vez de eso nuestro movimiento reivindica que los homosexuales sean tratados de modo distinto que los heterosexuales porque somos diferentes". "No podemos pedir igualdad parasituaciones que son diferentesNo es la igualdad lo que es importante, sino la justicia. Es una desigualdad justa y una igualdad injusta", precisó.
Homovox es la asociación que reúne a la mayoría de homosexuales en Francia. La asociación fue una de las organizaciones gays que marcharon por las calles de París el pasado 13 de enero junto a más de un millón de personas en defensa del auténtico matrimonio.

OPINIÓN: Primero el matrimonio gay, ¿y luego las uniones "poliamorosas"?

Este artículo ayuda a esgrimir mejores razones para comprender el carácter subversivo de los que pretenden homologar la situación de unión de hecho entre homosexuales a aquella del matrimonio. Superando los apasionamientos, se trata de reconocer la peculiaridad del matrimonio monogámico en la sociedad y de ubicar las pretensiones de derechos del colectivo gay dentro del normal ejercicio de la jurisprudencia civil sin crear nuevos estados civiles sobre la base de la atracción sentimental...


Por Robert P. George, Sherif Girgis y Ryan T. Anderson
Nota del editor: Robert P. George es profesor invitado en la Escuela de Derecho de Harvard y profesor de la cátedra McCormick de Jurisprudencia en la Universidad de Princeton. Sherif Girgis es candidato al doctorado en Filosofía en Princeton y candidato al doctorado en Derecho en la Escuela de Derecho de Yale. Ryan T. Anderson es becario en la Fundación Heritage. Son los autores de un nuevo libro:What Is Marriage? Man and Woman: A Defense.
(CNN) — El atractivo discurso de los defensores de los derechos civiles sobre la "igualdad para el matrimonio"  esconde un error acerca de su esencia.
Claro que si el matrimonio fuera el simple reconocimiento de los lazos de afecto o romance, entonces dos hombres o dos mujeres podrían formar uno al igual que un hombre y una mujer. Sin embargo también lo podrían hacer tres o más como sucede en las relaciones grupales ('poliamorosas').
En ese caso, sería injusto reconocer las uniones entre personas de diferente sexo y no las relaciones entre personas del mismo sexo o las poliamorosas: se les negaría la igualdad.
Sin embargo, el matrimonio es mucho más que un lazo sentimental con "tu persona número uno", citando al defensor de la unión entre personas del mismo sexo, John Corvino. Así como el acto que consuma el amor marital también crea nueva vida, el matrimonio es una unión de muchos niveles —físicos y sentimentales— que puede satisfacerse a través de la procreación y la vida familiar. Eso es lo que justifica las normas específicas a él —monogamia, exclusividad, permanencia— y el concepto de consumación conyugal a través del coito en pareja.
Esto también explica y respalda la intervención del gobierno.
Las autoridades no atienden a las relaciones por sí mismas, ya sean románticas o de otra clase. Sin embargo, tienen poderosas razones para asegurarse de que cuando sea posible, los hijos sean criados por la madre y el padre de cuya unión obtuvieron la vida.
Todos los seres humanos son iguales en cuanto a la dignidad y deberían serlo ante la ley. Sin embargo, la igualdad solo prohíbe las distinciones arbitrarias. No hay nada arbitrario en maximizar las oportunidades de que un niño tenga el amor de sus padres biológicos en un lazo comprometido y exclusivo.
Una cultura del matrimonio sólida sirve a los niños, a las familias y a la sociedad al cumplir con el ideal de que todos tengamos una madre y un padre.
De hecho, si ese no es el fin público de la ley sobre el matrimonio, entonces se puede acusar a los seguidores del matrimonio entre personas del mismo sexo de ser "injustos" e "intolerantes".
Si el matrimonio solo es ese lazo sentimental "tan importante" para ti —de acuerdo con las reveladoras palabras del juez de circuito que desechó la Propuesta 8 en California—, entonces además de los gustos personales o las preferencias subjetivas de una pareja, no habría razón alguna para considerar que el matrimonio es un compromiso de permanencia. O un acuerdo sexualmente exclusivo. Ni podría limitarse a dos cónyuges, o dedicarse a la vida familiar y responder a sus demandas.
En este caso, todos esos argumentos que aplican para la unión marital entre dos hombres —la igualdad, la remoción de estigmas, la extensión de las prestaciones económicas— también deberían ser reconocidos para los tríos románticos. Sería injusto negar tal reconocimiento —violaría el sentido de equidad— si el matrimonio se formara con un compromiso basado en la compañía sentimental.
Pero no se dejen convencer por nuestros argumentos. Muchos líderes prominentes de la campaña que busca redefinir al matrimonio presentan exactamente los mismos argumentos. (Damos muchos ejemplos más y citas completas en el reporte informativo acerca de los peligros de redefinir el compromiso marital que presentamos ante la Suprema Corte).
La profesora Elizabeth Brake, de la Universidad de Calgary, apoya un "matrimonio mínimo", en el que las personas distribuyen las tareas que elijan entre cualquier cantidad de parejas de cualquier sexo.
La profesora Judith Stacey, de la Universidad de Nueva York, espera que la redefinición del matrimonio le dé a esta institución "un perfil más variado, creativo y adaptable…" que lleve a la aceptación de "matrimonios grupales pequeños". En el manifiesto titulado Más allá del matrimonio entre personas del mismo sexo, 300 importantes eruditos y activistas de la comunidad "LGBT y aliados" pidieron que se reconocieran las relaciones con múltiples parejas.
El influyente columnista y fundador del proyecto It Gets Better, Dan Savage, anima a los cónyuges a adoptar "una actitud más flexible" respecto al sexo extramarital. La periodista Victoria Brownworth predice alegremente que los matrimonios entre personas del mismo sexo "debilitarán a la institución marital".
"Ciertamente será así", dice, "y eso hará que el matrimonio sea un concepto mucho mejor de lo que ha sido".
El escritor Michelangelo Signorile urge a las parejas del mismo sexo a que "exijan su derecho a casarse no como una forma de adherirse a los códigos morales de la sociedad, sino para echar por tierra un mito y alterar radicalmente una institución arcaica".
Deberían "luchar por los matrimonios entre personas del mismo sexo y sus beneficios y una vez que lo logren, redefinirlo por completo, ya que el acto más subversivo que pueden ejecutar las lesbianas y los gays… es transformar por completo la noción de 'familia'".
Estos importantes defensores tienen razón.
El hecho de redefinir el matrimonio erosionaría aún más sus normas centrales y debilitaría a una institución que ya está afectada por los divorcios generalizados, la procreación de hijos fuera de la relación marital y otros asuntos similares.
La gente que piensa que eso sería bueno para los niños, las familias y la sociedad generalmente debería de apoyar la "igualdad para el matrimonio". La gente que piensa diferente no debería de creer en ese engañoso discurso.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente aRobert P. George, Sherif Girgis y Ryan T. Anderson.

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